Resonancias de un catequista del 2018.

Cuando la Hermana Andrea me pidió algunas líneas para seguir pensando la catequesis con  jóvenes lo primero que pensé fue:

¿Quiénes son estos jóvenes?

Hoy es imposible hablar -como quizás en otras épocas- de “un” joven, o de “un” adolescente. En general, en nuestra Iglesia hemos estereotipado al joven en el adolescente o joven de clase media. Aquel que encontrábamos en los colegios católicos, aún cuando estos jóvenes no se definieran desde una opción clara por la  Fe ni mucho menos aún por una clara pertenencia eclesial. Aquellos que frecuentaban algún espacio de pastoral de juventud más o menos sistemático o estructurado en las parroquias, capillas y/o movimientos. Hoy, ese joven “no existe más” o es una especie de animal en extinción que responde a una especie de fachada construida de, por y para los adultos que nos relacionamos con ellos en espacios educativos-sociales y/o pastorales. Y esta crisis-ruptura es una gracia, un kairós, un tiempo de la gracia para que nos animemos a caminar con ellos como Jesús rumbo a Emaús y aceptar sus vidas “como vienen” (así lo expresan quienes en los Hogares de Cristo trabajan con los jóvenes en las periferias existenciales que señalan el horizonte pastoral que nos propone Francisco).

Si queremos abrir el corazón de catequista y discípulo misionero a los jóvenes, tenemos que pensar en múltiples jóvenes: diversos, cambiantes, “mutantes” como dice el Hermano Ariel Fresia. El Señor nos llama a una catequesis “en salida” y, los jóvenes en particular, a una catequesis itinerante, en movimiento, que sabe desinstalarse de certezas especialmente en tomarlos como simples destinatarios de nuestro anuncio. Por eso han elegido como lema del IIo Encuentro Nacional de Juventud, este mes en Rosario “Con vos renovamos la historia”. Pensemos que fueron 13 jóvenes quienes se animaron a transformar la historia siendo continuidad y ruptura con la Fe de sus padres.

 No dejen de mirar lo que los jóvenes hablaron con Francisco en el pre-sínodo de marzo pasado. http://www.synod2018.va

¿Qué anuncio? ¿Qué catequesis?

El kerigma, ofrecerles la alegría del Evangelio que parece ser el gran anuncio. Jesús no te quita nada, les dice a los jóvenes Francisco, te da todo. Una alegría sin fin que brota de la gratuidad de un Dios que nos amó primero sin juzgarnos o pedirnos requisito alguno para hacerlo sin medida y para siempre en Su Misterio Pascual.

Recorramos las distintas formas de anuncio que nos propone Francisco en Evangelii Gaudium (1, 112, 121,128 y 164 especialmente) y, ahora más reciente en Gaudete et exsultate (nro 1, 11).

Un anuncio que no vaya “primero” con las exigencias del amor sino que permita el encuentro con el Amor que no se deja ganar en generosidad. Allí brotará también la respuesta del joven. Ofrecerle nuestra compañía (Si quieres, te acompaño en el camino, dice Eduardo Meana) y en la charla del camino dejar que brote la vida y sus preguntas, sus búsquedas, sus dudas y cuestionamientos. Dejar que el Espíritu nos guíe y que el encuentro vivido por nosotros como catequistas se haga experiencia-anuncio de aquello que “hemos visto y oído” y… más adelante, cuando el encuentro con Jesús sea una realidad para ellos ir desgranando la catequesis que permita poner palabras a la Fe.

Estas son mis preocupaciones hoy en este binomio: Catequesis y jóvenes.

Cristian Saint Germain