Si en el pasado la catequesis estuvo marcada por la creatividad cabe preguntarse: ¿por qué frecuentemente parece tan atada a esquemas fijos y a formas repetitivas e inmóviles? Ciertamente no es por culpa de la catequesis que en sí misma lleva el germen creativo derivado de la Fe. Quizás habría que buscar la respuesta en ciertos modelos de formación de catequistas, o en su falta de formación o en el estilo y pedagogía dedos formadores. Toda esta reflexión que venimos haciendo en estas semanas es para mostrar que la creatividad solo puede surgir en personas con mentalidad abierta, con imaginación e inventiva, con actitud de búsqueda permanente. Personas que viven queriendo poner en juego sus talentos en todo lo que hacen. Que abren caminos nuevos y no se conforman sólo con los ya conocidos. Espíritus que se atreven a explorar, abandonando los refugios de la seguridad. ¿Que hacer, entonces, para formar catequistas creativos, sin importar su condición de vida, su nivel cultural o el medio de donde proceden? He aquí algunas sugerencias: • Confiar en la persona, en toda persona, como alguien capaz de crear con los talentos que posee. • Educar la sensibilidad hacia la realidad y hacia la historia como únicos espacios donde Dios se revela creativamente, en formas siempre nuevas e irrepetibles. • Centrar la formación ciertamente en la adquisición de conocimientos y en el aprendizaje de habilidades, pero sobre todo en la aptitud para pensar, juzgar y discernir. • Entrenar a los catequistas para adoptar actitudes de cuestionamiento y de diálogo consigo mismos, con la realidad, con el Señor, con la comunidad. • Ponerlos en condiciones de buscar sus propias respuestas catequísticas y no pretender darles todo ya hecho. • Infundir la convicción de que la persona humana es inagotable en su creatividad, pues por algo es ‘imagen y semejanza’ del Dios inagotablemente creador. • Confrontar constantemente su vida y su trabajo con la Palabra de Dios, única que posee toda la autoridad para mantenerlos creativos y para valorar la autenticidad de su creatividad. • Formar en la espiritualidad del riesgo que no es actuar irresponsablemente, sino vivir anclados en la madura certeza de que todo depende de Dios y todo depende del hombre.