La situación actual tiene derecho a esperar una proclamación del Evangelio con acentos que toquen los tejidos más sensibles de la vida del hombre contemporáneo. Y eso también se hace sólo con creatividad. No parece haber demasiado futuro para los inmovilismos. Tampoco para los miedos a abandonar las seguridades, a menudo engañosas. Los catequistas están convocados a restituirle al Evangelio su inagotable novedad catequética. Y eso sólo se hace con la creatividad emanada de la Fe, del seguimiento de Jesús y de su Espíritu, unido todo ello a una incansable búsqueda para llevar a niveles superiores el ministerio de la Catequesis. Un catequista creativo supera obstáculos de toda índole para proclamar su Fe. Con los más pobres recursos puede hacer que el Evangelio fascine a sus interlocutores. Un catequista no creativo podrá tener los mejores medios y conocimientos, pero estará siempre expuesto a caer en la mediocridad. Los formadores harían más bien a los catequistas si en lugar de saturarles la cabeza con toda clase de conocimientos, les brindaran solo lo que verdaderamente necesitan. Si se empeñaran más en potenciar los innumerables carismas que el Espíritu ha depositado en ellos. La auténtica formación nunca puede pretender domesticar a las personas: ‘hagan como aprendieron’, ‘repitan lo que les enseñaron’, ‘imiten lo que vieron’. Seria algo semejante a una obra hecha en serie, sin originalidad. Existen muchos campos donde los catequistas pueden ser creativos: • En el lenguaje, la comunicación y sus medios. • En los métodos, los programas y la organización. • En el uso de los textos. • En la religiosidad popular • En el uso de la Santa Escritura en la catequesis. • En las celebraciones litúrgicas. • En el campo de lo social • En la familia, la escuela, la parroquia, la CEB. • En los tiempos fuertes del año litúrgico (Navidad…) • En los acontecimientos actuales. Los mismos catequistas con su creatividad podrán encontrar otros espacios para ejercitarla. Entre la catequesis, la creatividad, los catequistas, sus formadores y la situación actual existen vínculos profundos que no se pueden destruir. Vínculos de mutua interpelación, de diálogo indispensable y de una complementariedad que aseguren la fecundidad y la calidad de las acciones catequizadoras. Para opinar o aportar ideas acerca de esta nota, pueden dirigirse a nuestra dirección de correo. Allí pueden solicitar una copia completa de esta serie de artículos.