Se acerca el Adviento y con él en el hemisferio sur finalizan los ciclos escolares y los universitarios, tiempo de finales, de materias odiadas o no, tiempo de cerrar etapas y de evaluar. Es el momento de los actos de colación y también de las fiestas escolares. Simultáneamente, despuntando diciembre, los movimientos eclesiales se preparan para las actividades finales del año, y en las parroquias se piensa en la Navidad y lo que litúrgicamente se hará.
Y mientras llega el Adviento, que es tiempo de espera. Pero nó de espera pasiva, es tiempo privilegiado para obras, para mirar desde el corazón lo que la vida nos deparó y para proponernos hacer lo que dejamos pendiente o a medias.
Es cierto que el Adviento surge dentro de la vida cotidiana agitada y acelerada. La Navidad se acerca, el fin de año, fiesta de reyes y … las vacaciones para muchos. El tan ansiado descanso aunque sea quedándonos en casa, es motivo de idas, venidas, proyectos y propuestas. Y sucede que el Adviento parece desaparecer tapado por el trajinar, las reuniones, los compromisos y la Navidad que se acerca.
En nuestras catequesis la centralidad del tiempo de Navidad nos lleva muchas veces a desperdiciar se podría decir esos días que anteceden al nacimiento y aturdidos por la vida que nos pasa, nuestro corazón se acelera muchas veces en lo agitado de lo superficial o lo que no es tan importante.
Reunirnos para qué. Empezamos a despedirnos sin evaluaciones profundas de lo que hicimos, las propuestas para el próximo año serán del próximo año! y lo hecho se hizo al menos.
Me animo a proponerles el no desaprovechar los espacios y acciones que desde la catequesis podemos acompañar. Un brindis por las fiestas que se acercan es crear lazos comunitarios, pero sumemos un análisis de lo que pasó con nuestros deseos y propuestas. Podremos rezar en pequeñas comunidades y ver por ejemplo a la luz del año de la misericordia que acabamos de cerrar, cuál fue nuestro compromiso con cada uno de las obras de misericordia materiales y espirituales que hay. Podríamos repasar someramente lo que el Papa Francisco nos enseño con sus gestos y palabras en este año y compartir lo que hicimos con sus propuestas o lo que se quedó en intención. Y lo mismo con nuestros obispos y nuestros pastores sobre todo lo que se dijo al culminar el Bicentenario con la fragancia de santidad que Mama Antula y el Cura Brochero trajeron a nuestras tierras.
Ha sido un año de mucha violencia en el mundo, de injusticias, corrupción y muerte. Se continuó globalizando la indiferencia y el dolor. Pero también hubo gestos hermosos, acciones que nos emocionaron y personas que nos mostraron su cercanía.
Animémonos a “bajar un cambio” como decimos los argentinos, serenarnos y aprovechar este rico tiempo del Adviento para poder mirar con ojo crítico, nuestra vida en el 2016 que está terminando, intentar algo que se tenía en mente y no se pudo hacer y ese esfuerzo ponerlo al pie del pesebre en Nochebuena. Estamos a tiempo de pensar algo en la opción por los más pobres, en la reunión comunitaria para rezar, en buscar respuestas a esa pregunta que surgió en la catequesis y que quedó “colgada”. Tiempo de adviento es también tiempo de Vida Plena en la realidad de cada uno.
Vean para adentro de Uds., vean sus catequesis, sus comunidades, sus familias y al resto de los que están en sus vidas y … buen trabajo en este andar con esperanza hacia la Navidad, les dejo unos versos para el caminar .
Silvia Cavadini
VERDE NAVIDAD
de Pedro Casaldáliga
Verdes periquitos
rompen a cantar
sobre el campo verde
bajo el sol feraz.
Piel de niño verde,
brota el arrozal.
Las colinas verdes
de vigía están.
Y el aire de Adviento
Lo presiente ya.
Solamente faltan
una lluvias más.
Háblame, Esperanza;
temores, callad;
que, a pesar de todo,
¡El nos nacerá!
Verde, verde, verde,
verde está mi paz.
Madura la Niña,
de tan verde edad.
¿Navidades blancas?
¡Verde Navidad!